Durante la Primera Guerra Mundial, el gobierno británico reclutaba voluntarios para los campos de la muerte en Francia. Usaban la culpa para coercionarlos, como el afiche de un hombre con su hijo sobre sus rodillas, y el niño preguntándole: “¿Qué hiciste durante la guerra, papá?” Algún día, quizás, pero sin un tono especial, la gente nos preguntaría qué hicimos durante la gran Cuarentena (o tal vez serán “las Cuarentenas”). “¿Cómo era realmente?”… Y luego, “¿Fue duro?” Y si un niño o una niña pregunta por qué fue llamada COVID-19 podemos decir que Co = Corona, Vi = Virus, D = disease (enfermedad) y 2019 fue cuando comenzó. Pero 2020 fue cuando esto golpeó a todos para el comienzo de una nueva visión de la realidad. Ayudó a ponerle un nombre, aún si no sabíamos mucho sobre esto o sobre cómo curarlo. Tal vez nos llevará décadas ver su significado. “Bueno” diremos sabiamente, “nos tomó de sorpresa y fue parte de un misterio”.
Respecto a la pregunta, yo contestaría “Yo estaba en Bonnevaux, encerrado en una hermosa prisión con un grupo de muy linda gente. Éramos fieles a nuestro ritmo diario de existencia de oración, trabajo y estudio (incluyendo las comidas y un film ocasional) lo que nuestro antepasado Benito diseñó sabiamente para que atravesemos tanto los buenos como los malos tiempos. Yo dejé de viajar, excepto por Internet, lo cual era más fácil que volar, pero no ganaba millas de vuelo. Por la tecnología de los encuentros en línea, he estado más ocupado que usualmente, trabajando con nuestro asombrosamente dedicado equipo internacional, tratando de responder a las necesidades espirituales de nuestra comunidad global, y la de quienes conocimos a través de la crisis.
En diez días hicimos un nuevo sitio web para ayudar a la gente a enfrentar nuevos desafíos (A Spiritual Path through the Crisis; esto es Un Camino Espiritual a través de la Crisis) el cual es conducido por algunos de nuestros maestros más jóvenes. Hemos tenido muchas sesiones de meditación en línea, diálogos con otras fes, enseñanzas estimulantes ofrecidas por una variedad de disertantes. Y comenzamos trasmisiones de misas contemplativas los domingos con una gran concurrencia por todo el planeta, una clase de yoga en línea y meditaciones en vivo en nuestro cronograma diario. A través de toda esta interacción con individuos y comunidades nacionales, comprendimos mejor como Bonnevaux está llamado a ser un centro físico de una comunidad que no tiene paredes o límites, sin necesidad de visas, en la cual aún las barreras lingüísticas pueden diluirse en la experiencia de un silencio profundo. Así, éramos contemplativos pero ocupados. Benito dijo “la ociosidad es la enemiga del alma”. No hemos sido ociosos sino que nos encontramos a nosotros mismos más claramente, llegando a ser lo que en cierto modo ya sabíamos que éramos: un centro de paz que está aquí para servir como un centro para la paz.
La otra pregunta que podrían hacer nuestros descendientes es sobre el significado. Muchos ya están impacientes por saber qué impacto tendrá en el mundo. ¿Cambiará la forma en que vivimos, trabajamos y respetamos el medio ambiente? Es muy pronto para dar respuestas, pero permítanme compartir algunas reflexiones tempranas de lo que Bonnevaux me ha enseñado durante estos meses. Comienzo con un pensamiento de Simone Weil que me impactó recientemente. Cada acontecimiento en la vida es parte del lenguaje con el que Dios nos habla. Todos los eventos son signos del amor de Dios. Si bebes un vaso de agua, el agua es el “te amo” de Dios para ti. Si estás dos días en un desierto y no puedes encontrar nada para beber, tu sed es el “te amo” de Dios. Al aprender este idioma, al principio creemos que solo algunos eventos significan “Te amo”: las cosas agradables y deseables que suceden. Pero a medida que aprendemos mejor el idioma, vemos que todo el idioma, cada evento, significa “Te amo”. Dios solo tiene una cosa que decir. Dios no tiene forma de decir “te odio”. Este no es un idioma fácil de aprender. Pero no podría ser más simple. Teniendo esto en cuenta, luchando con la extraña idea de que Covid-19 podría ser un mensaje de amor, vamos a intentar reflexionar sobre el significado del mensaje.
La Noosfera
Las películas sobre la segunda guerra mundial solían mostrar a la gente alrededor de una radio escuchando intensamente las noticias. Eran los principios de la comunicación global instantánea. Antes de eso, cuando algún evento sucedía, guerras o epidemias tal vez, la gente solamente sabía lo que pasaba viendo lo que sucedía en su ciudad o pueblo, los soldados marchando o las personas muriendo. Y la manera de conectar estos acontecimientos con lo que sucedía en otros lugares era básicamente dejado al rumor y la imaginación. La vida era local, lo que tenía ciertas ventajas pero a la vez podía ser intensamente limitante y opresiva. Ahora, pobres y ricos por igual, somos todos ciudadanos globales. Acabo de escuchar un clip de uno de los millones de refugiados Rohingya encarcelado en uno de los campos de Bangladesh. Los primeros casos del virus se descubrieron, la perspectiva de que la infección se propague en los campos hacinados es terrorífica. El hombre hablaba en su dialecto burmés rohingya, pero las palabras ‘Covid 19’ se distinguían perfectamente. Evidentemente, él y todos nosotros enfrentamos la misma crisis, y lo sabemos y le hemos inventado un nombre universal. Al principio del siglo XX, el científico jesuita Teilhard de Chardin y el científico ruso Vladimir Vernansky, ambos con diferentes perspectivas, desarrollaron la idea de la ‘noosfera’. Es algo con lo que estamos muy familiarizados actualmente en la práctica hoy en día.
Con noticias 24/7, Zoom, Instagram y la red, ya no nos asombramos por ello. Vivimos en esta esfera-capullo de consciencia inconscientemente. En nuestro aislamiento físico hemos visto lo importante que es la tecnología de comunicación. La ‘noosfera’ se ha vuelto más consciente y debemos reflexionar en el significado de este nuevo tipo de comunicación global. La palabra griega nous significa mente, así que la noosfera es una ‘esfera de la mente’. La tecnología detrás de ello podría deslumbrarnos o nos podemos volver adictos a ella, llevando nuestros teléfonos móviles a la cama con nosotros. Pero esta crisis nos ha hecho preguntarnos como es que esta comunicación inmediata a través del espacio y los husos horarios afecta la manera en que vivimos en conjunto como una gran familia multicultural. La noosfera emerge de la biosfera – el mundo físico que compartimos y donde se extiende el virus.
…La noosfera se ha vuelto más consciente y debemos reflexionar en el significado de una nueva clase de comunicación global.
Esta nueva esfera se encuentra en un nivel superior de consciencia. Conforme escribo esto en Bonnevaux, estoy observando los patos y las garzas en el lago. Si estuviera más cerca podría ver los peces veloces y regordetes. Y si me acercara más, se sentirían amenazados instantáneamente. Se darían vuelta inmediatamente, cambiarían de dirección y todo esto sin chocar entre sí.
¿Cómo pueden hacer esto sin poseer una mente común? ¿Y por qué nosotros no? Somos conscientes, tenemos más cosas en común que cosas que nos separen. Podemos formar parte de una multitud de fantáticos del futbol o de una comunidad de meditación. O abarrotar los centros comerciales como consumidores, o volvernos adictos a las mismas series de televisión. Y sin embargo, nos estorbamos y encimamos, aunque podemos trabajar para mejorar esto. ¿Será que nuestra mente común, nuestra noosfera, esté evolucionando? La esfera de la razón, de la mente consciente compuesta de redes intrincadas de relaciones interpersonales, ¿se estará desarrollando? ¿Se estará formando cuando bebemos agua y con la sed que sentimos cuando nos la niegan? El materialista dirá que esto es simplemente el producto de la tecnología y que la mente emerge de materia más compleja. No tenemos prueba de esto, por supuesto, pero es un dogma de la ciencia moderna. Cualquiera que sea la causa, estamos volviéndonos cada vez más curiosos acerca de esta nueva consciencia y sus implicaciones. Por ejemplo, nos demanda una responsabilidad moral porque los riesgos que ofrece son tan grandes como los beneficios que promete.
Las noticias falsas se pueden plantar como un virus. Confrontado con su voluntaria estupidez o falsedad, un político descarado simplemente tiene que grabar miles de negativas para que eventualmente sean una verdad posible en la mente de las masas. No podemos culpar a la tecnología o a un virus por causar desasosiego. Son solamente causas. Somos nosotros los que usamos mal las cosas buenas para obtener malos fines. La globalización de la consciencia humana llama a tener instituciones globales. Tal vez una consecuencia lógica de la noosfera en evolución será una autoridad moral globalmente aceptada. Y si es así encontraremos conflicto más adelante. No es sorprendente que los dictadores y líderes deshonestos con tendencias autoritarias se opongan y hagan menos esos organismos globales al revivir viejos nacionalismos, no por ello menos tóxicos. En una analogía espiritual, el ego se está resistiendo al yo. Por esto es más fácil que hablemos ahora de consciencia espiritual. Nuestra supervivencia depende de ello.
En contraste con el dogma moderno del materialismo reductivo, una sabiduría universal está emergiendo. Enraizada en una filosofía perenne que con calma dice que la mente no surgió de la materia, sino que la materia se ve manifestada por la mente.
Esto no es una abstracción filosófica sin valor práctico. Las ideas fundamentales le dan forma al mundo. Parece, por ejemplo, que algunos líderes, responsables de abolir controles ambientales y de reiniciar la explotación de recursos naturales no renovables, se ven justificados por sus creencias religiosas fundamentalistas. Mantienen una visión bíblica acerca de los siete días de la creación y el inminente Armagedón que precederá el fin. Si un selecto grupo será teletransportado pronto, ¿qué diferencia hace el daño al medio ambiente? O creen que no todos los seres humanos poseen un valor igual y esencial. Algunos, los más exitosos, valen más que otros. De esa manera pueden crear argumentos racionales para crear daños colaterales, sacrificando al menos importante. Ayuda tener a Dios de tu lado en esas decisiones.
Creer en un Dios que castiga a quien rompa las reglas hechas por sus representantes y que recompensa a los que las guardan hace que la religión se vuelva una tiranía de santurrones y mojigatos. El vaso de agua prueba que Dios te ama y tu sed prueba que Dios te odia. El pensamiento crítico desarrollado por un buen sistema público de educación se opone a una tiranía que se empeña en probar que la libertad es blanco y negro. La tecnología puede ayudar al desarrollo de una mente global y a una sociedad más justa. Pero y ¿si la mente común, la unidad de la consciencia humana, está ya en camino y no puede ser detenida?
¿Qué pasa si se manifiesta en ciertas etapas de la evolución ayudada por la tecnología, pero sin depender de ella? Eso es una idea absurda para la mente materialista, pero ayuda a ilustrar lo que es la mente de Cristo:
Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que Cristo
Fil 2:5
Ahora les ruego, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos hablen el mismo lenguaje y que no haya división entre Uds. Permanezcan unidos juntos en la misma mente y en el mismo juicio
1 Cor 1:10
El Yo es uno, siempre en quietud, el Yo es. Más veloz que los sentidos. Aunque permanece quieto va más rápido que cualquiera. Sin el Yo, la vida no podría existir.
Isha Upanishad
Para sentir que participamos en esta mente universal, al nivel más profundo de la realidad descrita en estas palabras, no es necesario tratar de saber todo, ni navegar en internet todo el día, o leer todos los artículos, o discutir todas las opiniones y volvernos adictos a las noticias. Es necesario solo prestar atención totalmente a una cosa. Entrenar nuestra potencialmente infinita capacidad de atención forma una mente contemplativa en los individuos que ven entonces como forman parte de la totalidad de la humanidad. La mente contemplativa es el derecho de todos. Meditar es para todos. El beneficio político de esto es que no es tan fácil manipular a los contemplativos ni tampoco engañarlos. Sabiendo a lo que pertenecen los hace participar de manera más responsable en el proceso democrático.
El impacto personal de la crisis de la COVID-19
Muchos, que no se enfermaron o que no tuvieron personas cercanas sufriendo, dirán tímidamente que disfrutaron algunos aspectos del confinamiento. Aún con ansiedades relativas al trabajo y las finanzas, siguieron un programa diario equilibrado de ejercicio, lectura, meditación, conversaciones virtuales, haciendo cosas domésticas que les gustaban, como hornear dulces o pintar.
Aún con ansiedades relativas al trabajo y las finanzas, siguieron un programa diario equilibrado de ejercicio, lectura, meditación, conversaciones virtuales, haciendo cosas domésticas que les gustaban, como hornear dulces o pintar. Frecuentemente se sentían aliviados de no estar corriendo todo el día, viajando, subiendo y bajando de aviones o trenes, comprando. Aunque también extrañaban los abrazos y los besos, se beneficiaban por este tiempo de vivir más lentamente. Otros, sin embargo, con tendencias depresivas o problemas como el enojo y la adicción, lo han encontrado insoportable. Trajo el lado oscuro hacia adelante y los sumió en un gran sufrimiento. Todos han aprendido algo más acerca de sí mismos. Algunos incluso pueden aplicar el auto-conocimiento que han ganado para reconstruir un estilo de vida más saludable.
El confinamiento, la estabilidad y simplicidad forzadas, nos confrontan con nuestra capacidad de contentarnos simplemente con lo que tenemos. Muchos presos políticos como Gandhi, Solzhenitsyn y Mandela son testigo de ello. La vida monástica incorpora en su programa de desarrollo espiritual grados de soledad. La espiritualidad – como sea que uno la define – comienza con el trabajo, frecuentemente solitario, de aceptar lo que es. La negación, la resistencia, la rabia o la violencia no cambian la realidad para combinar con nuestras preferencias. Eventualmente, la realidad gana. Nos enseña y tenemos que obedecer lo que es. Sólo entonces podemos hacer un buen trabajo por los demás. Hasta entonces, nuestros esfuerzos por cambiar las cosas son mayormente proyecciones de nuestra fantasía. Así, en este nivel básico de aceptar la vida misma como un viaje espiritual, la crisis ha sido un despertar para muchos. El confinamiento y la pérdida han resultado ser un llamado más profundo a la aceptación, el auto-conocimiento y el espíritu de servicio.
La frustración de los hábitos y deseos normales condujo a muchos a darse cuenta de cómo controlar el enojo, manejar la inquietud, reconocer nuestra adicción a la distracción, y a poner en evidencia nuestras evasiones, auto-engaños y nuestra tendencia a culpar siempre a los demás. Ha sido una experiencia de desierto de más de cuarenta días y no ha pasado completamente aún. Quizás pudimos entrever como nuestra hambre de distracción, novedad y estímulo contradice nuestra hambre innata por Dios. Esto es cierto aún si no tenemos la palabra Dios en nuestro vocabulario de significado. Dios está presente y tenemos sed de unirnos a Dios, nombrado o sin nombrar, invocado o no. El hambre espiritual es nuestro más íntimo anhelo, la verificación de la realidad de todos los deseos compensatorios distorsionados que perseguimos. Es también el gran lazo unificador entre todos nosotros.
Si la belleza, el amor, la compasión y la justicia nos unen a través de todas las diferencias, en el corazón de todo está el hambre sedienta de Dios.
Aceptar que somos comunes y limitados inesperadamente se vuelve una fortaleza y una fuente de aliento.
El gran privilegio de la condición humana es sentirlo. Si lo aceptamos por lo que es, contiene su propia autorrealización.
El autoconocimiento más profundo no es la conciencia psicológica de nuestras experiencias formativas o de los patrones condicionados de nuestra mente. Siendo esto muy importante, el auto-conocimiento esencial que nos obtiene la liberación y transformación permanentes, no se encuentra en nuestros pensamientos, en nuestra memoria o en nuestra imaginación.
Nace de un encuentro directo con nuestro ser, en su fuente, en total quietud y silencio. Esto puede sonar como una experiencia para unos pocos, pero está mucho más cerca de nosotros de lo que creemos y más universalmente accesible. Algunas veces el sufrimiento nos empuja a este espacio cuando nuestros esfuerzos por encontrarlo han fracasado. El auto-conocimiento que trae es el mayor activo con que contamos en nuestra búsqueda de la felicidad y de la libertad. Puede venir como el vaso de agua o como la sed. Simplemente es.
Conocerlo una vez cambiará por siempre el modo en que manejamos las vueltas de la fortuna que antes nos controlaba y nos dominaba.
Los humanos somos una masa de paradojas. Pertenecemos a una familia humana. Lo que sucede en cualquier parte de nuestra casa planetaria nos afecta a cada uno. Pero también somos locales insertos en las condiciones físicas y culturales de nuestro hogar y de nuestros compañeros inmediatos. También somos solitarios en el sentido de ser únicos e irrepetibles. Y somos todos comunes también, no importa cuánto hayamos subido o cuánto hayamos caído. Todos necesitamos atención y amor, incluso el ermitaño. Aceptar esta paradójica normalidad pone de manifiesto nuestra gloria oculta y nuestro real valor. Este es el resultado, la humildad de la meditación. Cuando meditan, los más inteligentes, poderosos o famosos encuentran los mismos desafíos que todos los demás. Aceptar que somos comunes y limitados inesperadamente se vuelve una fortaleza y una fuente de aliento. La soledad entonces se expande y se convierte en comunión. Al experimentar la igualdad, fraternidad y libertad de espíritu comenzamos a funcionar con madurez en comunidad.
La crisis de los meses pasados puede enseñarnos estas lecciones esenciales de la vida cuando es entendida como un viaje espiritual. En confinamiento, muchas personas decidieron aprender algo nuevo, terminar alguna tarea que habían dejado abandonada hacía tiempo, ser creativos. Es vital desarrollarse, hasta el final, arriesgarse a aprender cosas nuevas y cambiar viejos hábitos. Tal como la estamos soportando ahora, esta disrupción de la vida se siente como cruel. Pero también puede ser una maestra amable y un catalizador del cambio. Los tiempos difíciles ya les han enseñado a muchos que realmente pueden cambiar: su sentido de sí mismos y sus rasgos de la personalidad pueden ser reparados.
Nunca es demasiado tarde para tener una conversación desde el corazón. En las condiciones más desafiantes somos capaces de transformación. Los científicos especializados en el cerebro dicen que la plasticidad permanece con nosotros hasta el final.
Si les creemos a los místicos cristianos, continúa aún después de la muerte, porque en la eternidad somos transformados ‘de gloria en gloria’. Las limitaciones que aceptamos empujan las paredes que nos encierran. Las debilidades se vuelven fuentes de fortaleza, de gracia de Dios.
Si esto es cierto sobre nosotros en el nivel personal, ¿no podrá ser cierto también de nuestras comunidades, en la Iglesia, en nuestras instituciones nacionales y globales?
Foto: Meditación en línea ysesiones de yoga en vivo desde Bonnevaux.
Serpientes y palomas
Cuando prestamos atención a algo que no sea nosotros mismos o lo que tiene que ver con nuestro propio interés, nos convertimos en un soldado de a pie en la revolución contemplativa. Todos los maestros espirituales de la humanidad han visto y mostrado esto. Pero incorporar una práctica contemplativa a la vida significa trabajar continuamente, humildemente, para llegar a un nivel cada vez más puro de atención. En su plenitud, la pureza de atención es la Mente de Cristo. El truco es no ver esto como una tarea heroica sino como algo simple y común.
Por supuesto que tiene algo de la búsqueda del héroe, pero los héroes nunca son tan heroicos como se retratan, y los verdaderos héroes lo saben. Meditar no es ser heroico sino ser discípulo. Este es un título mucho menos halagador para el ego, así que nos resistimos al discipulado; pero gestionar la resistencia conduce a un autoconocimiento que nos hace humildes y más útiles para los demás. Este momento es siempre una encrucijada en nuestro viaje personal. Regresa periódicamente. Si tomamos el giro correcto, crecemos más allá de lo imaginable, convirtiéndonos en la persona que existimos para ser.
¿Es ésta también la encrucijada en la que la humanidad se encuentra hoy? El camino heroico – dominar y explotar la tierra hasta que su balance ecológico colapse; abrazar el hiper-individualismo del guerrero persiguiendo la gloria y la ambición en política y negocios aún escondiéndose detrás del camuflaje Verde; ver a los pobres y a los indefensos como carne de cañón para la marcha de una jungla desviada de capitalismo; alimentar la codicia (la ilusión de que podemos tenerlo todo) con glotonería (el intento de rellenarnos con todo); perder la fe en la existencia de la verdad porque hemos vendido nuestra alma a la falsedad. Hemos sentido esto por algún tiempo.
Hemos sentido también que una crisis se avecinaba de una u otra manera – a través de un colapso financiero, un quiebre ambiental mayor, un colapso político hacia el totalitarismo. Ésta puede ser sólo la primera de una serie de crisis que nos despierten en cuanto al fracaso de nuestra desactualizada visión de la civilización. Pero también puede disparar una nueva visión de la realidad. Individualmente debemos renunciar al egoísmo, colectivamente necesitamos sacrificar el nacionalismo. Personalmente necesitamos redescubrir la pobreza de espíritu. Económicamente necesitamos dejar ir nuestra posesividad y compartir. La meditación nos guía a la moderación. Materialmente necesitamos reducir y simplificar.
Los valores de la conciencia contemplativa y del nuevo orden mundial están alineados.
Cuanto más radical sea el espíritu de revolución, menos fuerza empleará. La revolución contemplativa no usa fuerza alguna. No se comercializa. Sus líderes saben que tienen fallas y las reconocen. Jesús decía que para acercar el reino de Dios las personas tenían que ser astutas como serpientes y sencillas como palomas. Es una combinación difícil. Parece poco probable que tenga éxito. Pero en todo caso no se trata de tener éxito. Es una meta rara y un tiempo extraño. Pero han sucedido cosas más extrañas. Después de todo, mientras escribo, aún es el tiempo Pascual que recuerda un evento y un tiempo ciertamente muy raros. Y el Tiempo Ordinario significa viajar como si ya hubiéramos llegado.
Con mucho amor,
Laurence Freeman OSB